lunes, 10 de agosto de 2009

“Caritas in Veritate”, sin la verdad la caridad carece de sentido

Por: Carmen Bocángel


Foto.- S.S. Benedicto XVI firma la encíclica


“Caritas in veritate” o la Caridad en la Verdad es el titulo de la última encíclica escrita por el Papa Benedicto XVI y que el Vaticano ha presentado hace un mes. Un documento en el cual el Papa hace referencia al desarrollo humano integral y a los diversos aspectos sociales, culturales, económicos y políticos relacionados con esta materia.


La tarea ahora toca a los bautizados de conocer los contenidos de esta encíclica y así integrarlos en su vida de creyentes. En ese sentido la iglesia católica en Bolivia, a través de la Conferencia Episcopal, la Nunciatura Apostólica y otras instituciones de iglesia, viene trabajando un proyecto que permita la difusión, conocimiento e incidencia de este documento en diferentes esferas públicas y particulares de la sociedad boliviana porque se tiene claro que “Caritas in veritate” aborda temas que no solamente concierne a católicos sino a toda persona que vive inmersa en el mundo actual de la época de globalización y más aún que conlleva responsabilidades políticas, sociales y economícas.


Es así que conversando con algunos responsables del proyecto se comprende que el primer paso es el conocimiento de la encíclica, por ello consideré oportuno coordinar una entrevista, de tipo “introductoria”, con el Señor Nuncio Apostólico en Bolivia, Mons. Giambattista Diquattro quien se encuentra desempeñando funciones diplomáticas y pastorales, como representante del Santo Padre en nuestro país, hace siete meses.


Con su gentil predisposición para atender el requerimiento se coordinó la entrevista con preguntas que permitan comprender al lector el sentido y motivo de este documento, los temas principales que aborda, la intención del Santo Padre al escribir este documento y algunas recomendaciones generales a la hora de comenzar la lectura del mismo.


Confío que esta entrevista anime a toda persona católica o no católica a iniciar la lectura de este documento que, por su actualidad y originalidad, constituye sin duda un gran aporte para comprender mejor el mundo en el que vivimos.

1. Se habla de que existe una importante conexión entre esta encíclica y la escrita por el papa Paulo VI en 1967, la “Populorum Progressio”, que nos habla de la necesidad de promover el desarrollo integral de todos los pueblos.

¿Es correcta esta asociación?

Había sido el Siervo de Dios Pablo VI el Papa de la Encíclica “Populorum Progressio” (1967), quien intuyó con singular lucidez, en el tiempo de la “guerra fría” y de los bloques contrapuestos, que el futuro del planeta estaba siempre más conectado, hasta el punto que el desarrollo de los pueblos “dependientes” habría antes o después condicionado también el de las naciones del primer y segundo mundo. Con su Carta Encíclica “Caritas in veritate”, el Santo Padre Benedicto XVI retoma la intuición, situándola sin embargo, en el contexto de la actual globalización, descrita como “la novedad principal” acontecida en los cuarenta años transcurridos: se trata del estallido de la “interdependencia planetaria, proceso que, “surgido en los países económicamente desarrollados, ha implicado a todas las economías. Ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por sí, una gran oportunidad. Sin embargo, sin la guía de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a crear riesgos de daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la familia humana” (n.33).


2. El 7 de julio la Santa Sede presentaba la nueva Carta Encíclica del Santo Padre “Caritas in veritate” y quizás la primera cuestión por responder es:

¿Cuál es el motivo por el cual el Santo Padre nos presenta un nuevo documento intitulado de esta manera: la caridad en la verdad?

Se centra en el estallido de la interdependencia planetaria; he aquí la pregunta de fondo de la Encíclica, que ha hecho particularmente compleja su elaboración y manifiesta su extraordinaria actualidad: ¿cómo valorizar la globalización, evitando sus peligros dramáticamente evidenciados por la actual crisis económica mundial, debidos a la avidez y al descaro con los cuales algunas agencias han jugado sobre la aparente homologación de la finanza virtual con la economía real, a ventaja propia y en contra de los más débiles, en la ausencia de todo organismo de control capaz de incidir a nivel planetario?

La respuesta del Papa es clara: la economía por sí sola no es suficiente para promover el bien común, ni de otra parte, la caridad como guía de las relaciones personales y sociales es suficiente, si una y otra no se conjugan con la individualización y con el respeto de las normas objetivas y verdaderas, que tienen carácter de exigencia moral para todos. “La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona” (n.45).


3. Para algunos es extraño que la Iglesia aborde el desarrollo humano con consecuencia para el ámbito económico y político…¿Por qué la iglesia tiene la autoridad moral para hacerlo?

En el nº 10 del Documento el Papa Benedicto XVI explica cuál es la responsabilidad de la Iglesia cuando afirma que “La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer[10] y no pretende «de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados»[11]. No obstante, tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación. Sin la verdad se cae en una visión empirista y escéptica de la vida, incapaz de elevarse sobre la praxis, porque no está interesada en tomar en consideración los valores —a veces ni siquiera el significado— con los cuales juzgarla y orientarla. La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad (cf. Jn 8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humano integral. Por eso la Iglesia la busca, la anuncia incansablemente y la reconoce allí donde se manifieste. Para la Iglesia, esta misión de verdad es irrenunciable. Su doctrina social es una dimensión singular de este anuncio: está al servicio de la verdad que libera”.


4. El documento hace referencia al desarrollo integral de la persona, se comenta que es una Encíclica social con importantes aspectos que el Papa resalta.

¿Podemos citar algunos puntos principales de este documento?

Al centro de la evaluación moral en campo económico debe situarse la dignidad de cada ser humano, el desarrollo de todo hombre y de cada hombre. “Quisiera recordar a todos – escribe el Papa – en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad” (n.25).

El discurso se hace cada vez más concreto: “La dignidad de la persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades y que se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos” (n.32). En el análisis del Papa esto lo exige también la “razón económica”: “El aumento sistémico de las desigualdades entre grupos sociales dentro de un mismo país y entre las poblaciones de los diferentes países, es decir, el aumento masivo de la pobreza relativa, no sólo tiende a erosionar la cohesión social y, de este modo, poner en peligro la democracia, sino que tiene también un impacto negativo sobre el plano económico por el progresivo desgaste del «capital social», es decir del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables para toda convivencia civil” (id).

¡El mundo, la sociedad, la persona no crecerán si no lo hacen juntas! Y esto porque “los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan siempre costes humanos” (id).


5. Las diversas situaciones que atraviesa el mundo actualmente tales como la recesión económica, el aumento de la pobreza, las masivas migraciones, la trivialización del sentido de la vida, la búsqueda e interés del hombre por las cosas materiales entre otros son motivo de preocupación de la Iglesia.

¿Qué nos pide a todos el Santo Padre a través de esta encíclica?

En el Documento se percibe la preocupación del Papa respecto a la difusión del egoísmo.

El Papa menciona el recurso egoístico deslocalizado del trabajo: “no es lícito deslocalizar únicamente para aprovechar particulares condiciones favorables, o peor aún, para explotar sin aportar a la sociedad local una verdadera contribución para el nacimiento de un sólido sistema productivo y social” (n.40).

También en el campo económico, “el respeto de los legítimos derechos de los individuos y de los pueblos” (n.4) prohíbe obrar por prejuicio, considerando al otro como una amenaza y refutándole las garantías debidas a su dignidad de persona, especialmente si se encuentra en particulares condiciones de necesidad y de fragilidad. El Papa Benedicto XVI hace referencia explícita al drama de los emigrantes: “Cada emigrante – afirma el Sumo Pontifice – es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que serán respetados por todos y por cada situación” (n.62). La reflexión Magisterial se extiende al abuso de los recursos energéticos por parte de algunos países, a la crisis ecológica que siempre más lo consigue a daño de todos (cap. IV de la Encíclica), al uso de la técnica no destinada a la promoción de la dignidad de la persona, sino al poder de algunos sobre los otros. (cap. VI), o aun más, a la manipulación y a la violencia ejercida sobre la vida humana, en la variedad de sus fases y de sus expresiones (nn.74-75) …


6. ¿Qué recomendaciones puede dar a los laicos a la hora de conocer el documento, leerlo y trasmitir el sentido que el Papa nos da en este documento?

La fuerte llamada a la sensibilidad ética en el campo económico y social no es moralismo. La Encíclica, por ejemplo, no sataniza de ningún modo las utilidades y la empresa, como sucedía en las lecturas ideológicas extremistas. Lo que sí, debe caracterizar la obtención de la utilidad y la gestión empresarial es la atención a la moralidad de los medios y de los fines, así como también a la reinversión social de las mismas utilidades.

Aquí el Papa Benedicto XVI propone una idea fascinante, que está apoyada por las tantas formas de finanza y ética y de economía de comunión que se van desarrollando en el mundo: “la relevancia del ‘principio de gratuidad’ en economía” (n.34). Si es verdad que no se crecerá si no en conjunto, la reinversión de una parte de las utilidades al servicio de la promoción humana y social de los más débiles es garantía de bienestar para todos: “Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica” (n.35).

Confirma este asunto el impacto positivo en las economías de las diversas formas de microcrédito y de participación cooperativa.

El Santo Padre, en continuidad con su primera Carta Encíclica Deus caritas est, lanza de tal manera un mensaje de extrema actualidad: sin reglas ético-sociales objetivas el impulso de la solidaridad y la empresa económica son a riesgo para todos. “Sin la verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado. Queda excluida de los proyectos y procesos para construir un desarrollo humano de alcance universal, en el diálogo entre saberes y operatividad.” (n.4). El pueblo global necesita tanto del amor como de la verdad.

“Caritas in Veritate”, más allá de la técnica y de la solidaridad

Por: José H. Rivera

Foto.- S.S. Benedicto XVI


El 29 de junio de 2009 se publica en El Vaticano la tercera Carta Encíclica del Papa Benedicto XI, “Caritas in veritate”, un documento profundo y digno de la Doctrina Social de la Iglesia que pone el dedo en la llaga del progreso humano. En esta entrevista al P. Fernando Bascopé, Secretario para la Pastoral de la Conferencia Episcopal Boliviana, se intenta presentar este importante documento desde sus peculiaridades y novedades, a fin de recomendar su lectura y estudio.


El miércoles 29 de julio, a un mes de su publicación, dada la cercanía de trabajo con P. Fernando Bascopé, habíamos acordado aprovechar una de nuestras reuniones de trabajo para quedarnos después unos minutos dialogando sobre la encíclica. Pasé la víspera y parte de esa mañana repasando el documento y buscando un abordaje apropiado. Adelanté con él que el enfoque sería preferiblemente teológico, sin embargo llegado el momento prevaleció la espontaneidad y el intercambio de lecturas, gracias al conocimiento, disponibilidad y entusiasmo de P. Fernando por el tema en cuestión.


P. Fernando Bascopé es sacerdote salesiano y tiene su oficina en el primer piso del edificio de la Conferencia Episcopal, junto a las otras dependencias de la Secretaría General. Nos pusimos a trabajar, concluimos y pasamos a nuestra entrevista. Aun hoy me sorprenden la naturalidad y profundidad con las que se adentra en el documento, Era poco más de medio día, el movimiento de la oficina disminuyeron y pudimos conversar con tranquilidad.


José H. Rivera (JHR): P. Fernando ¿cómo podríamos anunciarle a nuestro pueblo la buena noticia de una nueva encíclica del Santo Padre Benedicto XVI?

P. Fernando Bascopé (PFB): Esta carta encíclica es para todos los hombres y está en continuidad del anuncio que ha hecho el Papa el inicio de su pontificado: Dios es caridad. Recuerda que todas las acciones del ser humano provienen de la caridad de Dios que es el don más grande que Dios ha dado a los hombres.


JHR: Antes de entrar en el contenido, una dificultad que veo como comunicador es intentar ubicar el tema de la encíclica a partir de su título ¿Cómo podemos traducir el mismo?

PFB: Como se sabe, el Santo Padre es un pastor y además un doctor. Como doctor es un hombre intelectual que dialoga con el hombre, con la cultura, con la inteligencia. Y su diálogo quiere llegar al hombre moderno y postmoderno. Lo que ha visto él como pastor y doctor es que el ser humano se ha querido posesionar sobre el mundo, dominarlo, manipularlo y construirlo desde la perspectiva antropológica.


Por ejemplo ha rescatado él a Protágoras de la antigüedad que colocaba al hombre como medida de todas las cosas. Por eso ha querido titular la encíclica “La caridad en la verdad”. La verdad no la tiene el individuo, sino que la verdad, en la línea agustiniana, es un don, un regalo de Dios que viene al intelecto del hombre.

Por lo tanto, el hombre moderno con el cual dialoga el Santo Padre debe repensar su filosofía y redescubrirse como un don de Dios y como inteligencia iluminada por la fe. El Santo Padre le recuerda al ser humano que para ser tal no debe colocarse como medida de todas las cosas. Es más, el Santo Padre dialoga con Descartes que afirmaba “pienso luego existo” lo que en cuanto filosofía moderna nos lleva a un subjetivismo. En cambio el Santo Padre viendo la raíz de los problemas que tenemos hoy como el relativismo y el subjetivismo, nos dice que la verdad la tiene Dios que es objetivo, que es absoluto. El Papa ofrece la iluminación de la fe para que el hombre moderno pueda romper el subjetivismo y edificar cosas no solamente salidas de sus manos sino de sus manos bendecidas por la gracia de Dios.


JHR: ¿Por qué una lectura teológica del documento es necesaria y pertinente?

PFB: El contenido teológico del documento está desde las primeras líneas. En el número 2 se dice que la caridad es la línea maestra de la Doctrina Social de la Iglesia y la caridad es Dios. “Deus caritas est” ha sido su primera encíclica y el punto central de la teología es que Dios es amor. Por lo tanto, el motor de las acciones que hace el hombre, según las reflexiones teológicas del Papa, no son sus manos sino Dios. Dios creador mueve el corazón y las manos del hombre para que sus acciones sean según el proyecto de Dios.


La teología aquí no está como un adorno. No se trata de un análisis de la acción del hombre, sino de una iluminación de Dios para la acción del ser humano. Es el punto de partida que va a determinar también el punto de llegada. En esta línea, las acciones del ser humano cobran su verdadero sentido, de encaminarse al punto inicial, el amor de Dios, y de no quedarse en una inmanencia intrascendente. Por eso el Papa se remonta también a la doctrina de Pablo VI en la “Populorum Progressio” que propone un humanismo integral donde el desarrollo del hombre pleno está en Dios.


JHR: No es nada casual que el Papa nos haya presentado esta encíclica. ¿Lo que pasa en el mundo actualmente en qué medida justifica la oportunidad de esta Encíclica?

PFB: Esta encíclica no es sólo para los creyentes, sino para todos los hombres.

Se pensaba que la solución de los problemas estaba en la técnica o en la solidaridad. El Papa propone que la respuesta está en Dios.


En el número 19 propone la fraternidad que tiene su fuente en Dios. Lo que nos hace hermanos es el amor del Padre, la vocación trascendente que Dios ha puesto en nuestros corazones. Por tanto, el fundamento y la respuesta a los problemas de los seres humanos no se podrán encontrar dentro del mismo hombre, sino en la iluminación que viene de Dios.


JHR: En el número 79 se dice que el desarrollo necesita de cristianos con los brazos levantados hacia Dios ¿Cuál es el mensaje de esta cita?

PFB: El Papa reivindica el humanismo colocando al hombre siempre en relación con Dios, un humanismo devoto como digo yo, que aporta la plenitud del desarrollo del ser humano. Por eso la figura que coloca el Papa es que el ser humano se desarrolla como tal con los brazos levantados hacia Dios; primero para recibir todo de Dios, que no lo da la naturaleza humana y, segundo, para compartir aquello que recibe, su acción va hacia lo trascendente.


JHR: El Papa aporta al verdadero sentido del desarrollo humano ¿cómo nos compromete un documento como éste a los cristianos bautizados en Bolivia?

PFB: El compromiso lo podemos sacar de una figura evangélica como la multiplicación de los panes que nos recuerda que “no sólo de pan vive el hombre”.

Las personas tenemos la tendencia de ser reduccionistas. Vemos la situación de pobreza como un grito del hombre como si el ser humano sólo viviera de pan. Hacer que el ser humano sólo viva de pan es tener una teología reduccionista.


Los cristianos estamos llamados a contemplar a Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, para hacer que en nuestras acciones pastorales no solamente demos solidariamente pan al ser humano, sino que sobre todo le compartamos a Dios. El pan sale del trigo y el trigo de la tierra, en cambio Dios desciende de lo alto, del cielo. La verdadera solidaridad está en compartir aquello que no pueden dar nuestras manos, sino aquello que ellas reciben de Dios.


La imagen de la multiplicación de los panes nos recuerda que el hombre vive de Dios y que la auténtica solidaridad es compartir el amor de Dios que viene del corazón del Padre.